Lola Rennt de Tom Tykwer cuenta la historia de una pareja en
un día muy particular. Ellos, Lola y Manny, están involucrados con algún tipo de comercio
ilegal y un hombre de poder, mafioso, pretende poner a prueba al novio.
En lugar de entregar la suma de 100.000
marcos en tiempo y forma, los deja en un subte sin querer, donde la bolsa de
dinero es robada por un mendigo. Veinte minutos antes de la entrega, Manny llama
a Lola desde un teléfono público y le pide que haga algo porque de lo contrario
es hombre muerto. ¿Cuántas cosas pueden suceder en 20 minutos? Pues infinitas,
y esto no es broma. Aquí empieza un viaje enloquecido por el tiempo y el
espacio…una verdadera maravilla fílmica.
Y esta película no es solo ese argumento, contado
linealmente. Todo está astillado en perspectivas, a partir de los distintos
personajes, a partir de la forma en que los eventos se suceden en el tiempo.
Todo es crucial en el curso de la vida humana. La más mínima diferencia cambia
todos los resultados. La contingencia es más increíble de lo que nos la
figuramos. Ese es uno de los grandes aciertos de la película. Y para mostrar
tal polifonía de situaciones y de miradas, naturalmente los recursos tenían que
multiplicarse y entrelazarse. Así es que la película además de mostrar a Lola
de carne y hueso corriendo como loca de acá para allá, nos la muestra como si
fuese un comic, se intercalan fotos de personajes en el medio de la trama,
cosas inesperadas como los gritos de Lola-que tienen la habilidad de romper las
cosas de vidrio o cristal- suceden con extraña naturalidad.
Aquí viene algo mejor. Toda esta belleza expresiva, este
inmenso mar de signos fluye dentro de los límites de una película relativamente
corta, amena, repleta de acción, de movimiento que no por eso se priva de tomas
y fotografías bellas, de momentos de humor, de suspenso e incluso de misteriosa
calma y caridad. Realmente, esta obra es compacta, fácil de disfrutar, pero no
por eso ordinaria o banal. Lo contrario, lo contrario…los engranajes se ajustan
perfectamente, a la vez que muchos elementos surrealistas cruzan el film, lo
enrarecen, diversifican, lo desdoblan para volverlo el tablero de un juego
extraño y sumamente divertido.
LOLA CORRÉ LOLA CORRÉ. Así de excitados como estamos cuando
corremos, así vamos a estar mientras vemos la película. Las cosas suceden en
modo turbo, nitro, como quieran llamarlo. Velocidad, adrenalina. Cuando algo
nos sorprende, la imagen cambia y las cosas comienzan de nuevo. Respiramos
cuando la película termina. Antes de verla, hay que tomar una gran bocanada de
aire, y después deleitarse con imágenes. Lola, su pelo rojo encendido, corto,
corré corré corré
SH
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