Es bastante fácil entender la importancia de las cosas fútiles. Ellas se entienden y se disfrutan por sí mismas. Las importantes, en cambio, se ordenan a algo superior que les confiere esa importancia o ese status. Ergo, las primeras son superiores a las segundas. Por supuesto, hay cosas importantes en sí que pueden al igual que las fútiles ganar espacio en nuestra memoria o espíritu sin esfuerzo. Pero la mayoría de las cosas importantes lo son para algo, y entonces nuestra mente prefiere relegarlas al olvido y seguir jugando y experimentando en un mundo, cuyo funcionamiento desconoce teóricamente, pero al que prefiere llegar solo a partir de su vivencia mano a mano con él.
SH
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