Nausea. Belleza formal, belleza de la voluntad que puede ser incansable pero no puede eludir la muerte a la que la someten los asesinos, los hombres mediocres que tienen a la mano el poder, un cuchillo, un auto, o la voluntad del pueblo engañado con descaro. La película cuenta un escándalo político en Suecia, relacionado con una red de prostitución VIP que involucró a menores de edad. El sarcasmo grotesco desborda por todos lados, la madama es enjuiciada, luego pseudo-condenada y posteriormente liberada por sus mismos clientes. De la opulencia del mundo de los políticos, jefes de policía, gente importante en general a la decadencia de Sanja e Iris atrapadas en una red de la que no pueden salir. De la actitud familiar y de madre de la madama para con sus nuevas adeptas- les compra cosas, las acaricia, les da ropa- a negarles la salida del circuito prostibulario, a pegarles una cachetada, a llevarle droga a su hijo que la desprecia y vive en el piso de abajo de ella. Ese momento de debilidad es hermoso porque rebaja a la madama y por extensión a todos a la condición de humanos, solamente eso. Pero a la vez las sensaciones se recrudecen, siento punzadas, escalofríos, porque el hombre es capaz de matar, agredir, amenazar con tal de sostener su poder, con tal de seguir cogiendo con lindas chicas...y lo más terrible es que la red es interminable, no se sabe cuáles son los límites, quiénes están de un lado y de otro, quiénes manejan más información que otros; e incluso cuando la prensa podría tener algún peso para derrumbar la estructura, se muestra inactiva, lenta y hasta servil. A veces las amenazas son muy grandes...hay que entender, por qué habríamos de quejarnos de la debilidad de los otros si nosotros no somos tan fuertes como para afrontar esos retos u otros mucho menores. Pensé entonces, a raíz también de la charla de Vargas Llosa, acerca del poder de la prensa, su enorme peso para destruir a los políticos y a muchos agentes que pretenden embaucar y traicionarnos frente a los ciudadanos, los verdaderos detentadores poder. A la vez el único contrapoder de la prensa, que también debe tener su opuesto que le marque límites, es el espíritu crítico que puede intentar discernir entre la mentira y la verdad...al parecer-y crean que no hay ironía aquí- es difícil concebir que todas las acciones por chiquitas que sean cambian el destino de todos en el mundo. Llega un momento en que nos volvemos insensibles como la piedra y no vemos que el golpe que voluntaria o involuntariamente asestamos al prójimo le duele.
SH
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