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sábado, 5 de enero de 2013

Reivindicación de la Soledad

Aquí está de nuevo una amiga con mala prensa. A mí me encanta jugar a estar solo, con la Soledad. Juego a muchas cosas. Ella me aconseja antes de salir, cuando estoy solo frente al espejo, cómo me queda la ropa. También está conmigo cuando leo y cuando escribo. Me mira, con lentitud e inocencia. A veces le pido su opinión. Converso con ella sobre alguna escena compleja o sobre la belleza de un verso. Pero la Soledad no está siempre en casa, la saco a pasear. Cuando voy a un café, siempre pido una silla para ella. No suele tomar nada, así que tomo un té caliente o helado o un licuado con un brownie o algo rico que encuentre. A veces hace comentarios sobre la gente de la barra, leemos el diario y miramos por la ventana a los que pasan caminando y nos imaginamos sus vidas...y nos reímos mucho. También está la Soledad en momentos más íntimos, como cuando espero a que una chica baje de su casa o la espero en un bar o restaurante...siempre está ahí para darme fuerza. Luego, lógicamente la abandono. Una chica no quiere salir con un chico y su soledad, sería ridículo. Mi Soledad se va a casa. A veces tengo la sensación de que me sigue, en alguna ocasión vi su codo o un pedacito de su abrigo...también mi imaginación podría haberme jugado una trampa. Igual siempre que llego a casa está y hablamos de cómo salió todo. Es una gran compañera...y lo mejor es que no es nada celosa. Salgo con mis amigos, con mis papas, mi hermano, mis abuelos, desconocidos...ella no se inmuta. Sólo me dice que me cuide, se preocupa de que esté bien. Ella sabe que siempre voy a necesitar de ella, que la quiero y que no la dejaría ni aunque me dieran la posibilidad. Tenemos una buena relación, mi Soledad y yo, somos grandes amigos.

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