La trama de la película está dividida en dos ejes: Justine y Claire, las dos hermanas protagonistas interpretadas por Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg, respectivamente, de manera alucinante. Justine se casa y da una fiesta muy costosa pagada por su hermana y su cuñado John en su castillo. A lo largo de esta fiesta, Justine sufre las peleas entre sus padres divorciados, los constantes intentos de su marido por tener sexo y los acosos de su empleador, un hombre desubicado y arrogante para el cual ella renuncia al final de la fiesta. La novia constantemente se ausenta, toma un baño, internamente sufre y no sabemos por qué. Siempre hay una incógnita acerca de este personaje que pareciera estar enfermo todo el tiempo pero no sabemos nunca de qué. Esta fiesta tan llena de contradicciones es la opulencia antes de la catástrofe, Claire y John hacen lo posible por mantener la normalidad pero todo se desbanda y es normal que así suceda dados los acontecimientos ulteriores. El marido acaba abandonando la casa luego de su casamiento
La segunda parte trata sobre Claire y transcurre con posterioridad a la boda. Ahora tenemos su punto de vista. El personaje es entrañable, la vemos sufrir, la vemos hacer esfuerzos imposibles por un mundo que se derrumba espiritualmente y que está pronto a destruirse. Vemos su desgarbada inocencia y quisiéramos abrazarla. Seguimos sin entender el carácter de Justine, siempre enferma de algo incomprensible. En esta parte nos enteramos del misterioso planeta Melancolía que podría colicionar con la Tierra. John quiere convencer a todos y a sí mismo de que la vida sobrevivirá. No es así y se acaba suicidando. La película empieza con la titánica música de Wagner de Tristán e Isolda junto con imágenes poéticas y surrealistas de colisiones de planetas y Justine atrapada por ramas, hundiéndose en la tierra. El largometraje acaba con la misma música, con Justine y Claire y Leo(su hijo) bajo una construcción de ramas viendo cómo Melancolía se acerca a la Tierra y la destruye.
Las interpretaciones surgen por muchos lados. Hay una enorme cantidad de cosas ambiguas en la película, allí reside su belleza. Es cierto que las primeras imágenes de la boda y algunos de sus acontecimientos son inverosímiles. Aun así, no creo que la calidad artística de la película se vea dañada. Justine es fascinante. Ella es una suerte de profetiza, una Casandra a quien nadie cree. Enferma, sin poder hacer las cosas normales, pero poseedora de un saber esencial: la vida en la tierra es maligna, estamos solos, nadie extrañará a la Tierra cuando ésta sea destruida. Justine por momentos es dulce, por otros su estado da pena y en otros es de una crueldad inexplicable. Luego está Claire. Ella es una mujer casada y con un hijo, no puede resignarse a la muerte. Es una hermana incondicional, siente miedo ante la muerte, llora, es ingenua, confía en las predicciones de su esposo, intenta escapar y no puede, a fuerza de la mano de su hijo y su hermana llora hasta abrazar la muerte traída por Melancolía.
El planeta es real y también es simbólico. En la soledad, no puede más que asaltar la melancolía. El recuerdo constante del pasado corroe la existencia, uno intenta vivir en el sueño o en la imaginación y no en la vida. El recorrido de los planetas es obra del azar o de Dios. El azar o Dios mandan un planeta para la destrucción del hombre que no supo ser feliz...¿ésto subyace? Evidentemente es una película triste...sin embargo no podemos no sentirnos elevados por su fuerza expresiva, por la música de Wagner, por la belleza de las imágenes, por ese planeta destruyendo la Tierra...los hombres viven solos pero mueren juntos; Justine, Leo y Claire tomados de la mano. Wagner en Tristán e Isolda propone un amor que solo se consolida después de la muerte...la muerte no es tan mala. Saber que moriremos nos recuerda la importancia de la vida.
¡Una película para reflexionar y ver en un día de sol!
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