La belleza de la Iglesia se ha perdido, diría que ya esta perdida. La misa, la liturgia, los rezos, todo está repleto de símbolos que el hombre moderno no puede ni comprender ni descifrar. El costado material de los símbolos es visto como opulencia(varias veces con razón), este ya no produce ningún gesto sagrado, los hombres sienten que tal o cual ofrenda está vacía, solo reluce de banalidad. Entonces, llegado este momento, creo que solo queda el vacío, solo en la aniquilación, en la abolición de todo lo que es obsoleto puede haber esperanza de ver a Dios. La barreras que el hombre ha inventado, que a cada paso de la vida nos distinguen, nos separan, todas esas barreras me parecen ilusorias. No digo que no sean necesarias, eso no las excluye de ser una benigna ilusión. Entonces, quizás en el vacío es que podamos ver a Dios, para luego recuperar siquiera un poco, en la forma del estudio o de la nostalgia, la variedad de símbolos que hoy alberga tanto la iglesia católica como todas las religiones auténticas que están dispersas sobre la Tierra. Un Papa, llamado Francisco, puede ser un signo de renovación. También puede no serlo. Tan simple es el binomio, si o no...me gusta pensar que muchos cambios vienen en favor del hombre, no lo sé...solamente me gusta pensarlo, y en ese gusto está puesto un deseo. Un esfuerzo algo incoherente por otro lado, porque no es posible que quiera cargar la restauración de cierta parte del mundo-físico y espiritual- en una sola persona. Tengo que cambiar yo, el otro, el otro, el otro, el otro...una cadena infinita del tamaño de la esperanza.
SH
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