Autor:
GEORG BÜCHNER
Actúan:
CARLES MOLINET Y AINA CORTÈS
Bella y
cruel. El mundo es un lugar despreciable, roto. Quizás en un principio tuvo una
incierta y desconocida pureza. Pero ya pasó, ya no queda nada, todo se ha
gastado, todo se extingue y desmorona. ¿Y qué es lo que lo desmorona? No
sabemos, pero algo lo corrompe. Se siente una hediondez, un grito se ahoga en
el silencio. Algo se esconde, algo infecto.
La humanidad
por su parte no corre mejor suerte. Los personajes son títeres de la máquina
infame del mundo. Uno o dos se salvan. María permanece sumisa a los agentes de
la desgracia. Apenas si los cuestiona. Se queja de su suerte, pero soporta como
puede cada bajeza, extrayendo de ella lo que haya que la consuele. Woyzeck se
ha vuelto loco, o puede que desgraciadamente sea el más cuerdo. Es un sumiso,
un sojuzgado, un miserable. No desentraña el corazón podrido del mundo, en
cambio lo huele sin hacerse una imagen de la corrupción, sin acaso concebirla o
entenderla. Solo oye el grito sordo del mundo. Solo se prosterna incrédulo de
lo mal que está hecho todo, vocifera como quien quisiera escuchar una
respuesta, y no encuentra ni un triste eco. Todo está hueco. Lo acecha la
locura, ulteriormente el deseo del homicidio. La muerte, sin embargo, no puede
llegar en un mundo tan aberrante a la alta condición del sacrificio. El
homicidio de María sale en la televisión, lo ven los adultos y los niños
imbuidos de un deseo morboso, como una interesante eventualidad. La muerte no
choca a nadie, no representa nada. Solo es algo que saca momentáneamente a los
hombres de su horrible letargo, es la única cosa extraordinaria que sucede en
un mundo tan poco apto para la vida feliz. Los hombres contemplan la muerte
como un espectáculo pasajero.
La puesta en
escena fue excelente y la escenografía me recordaba al artista Fabio Mauri que
apilaba valijas para convertirlas en un muro. La decisión de hacer que todos
los personajes recayeran en dos actores nada más, marcados por vestimentas o
artículos simbólicos fue acertadísima. No solo habla de la maestría de los
actores, muchísima, les doy las gracias, sino que emparenta la representación
con un linaje que lo antecede, con Shakespeare y más atrás aun con el teatro
griego. Por otro lado, la opción de un teatro anti-ilusionista es muy acorde
con el estilo fragmentario de la pieza
teatral de Büchner. El teatro no se trata de hacer una representación perfecta
de la realidad – ¿o acaso el escenario tiene algo de realista? -, el teatro se
trata de la voz de los personajes, del cuerpo puesto allí enfrente del público,
de poner en acto – traer a la vida – una o muchas historias momentáneamente
enfrente de espectadores.
Excelente!
ResponderEliminarEl mundo es un lugar despreciable, roto. Quizás en un principio tuvo una incierta y desconocida pureza. Pero ya pasó, ya no queda nada, todo se ha gastado, todo se extingue y desmorona. ¿Y qué es lo que lo desmorona? No sabemos, pero algo lo corrompe.
Me quedo con esas palabras.
Tuve la dicha de compartir la función contigo. Excelentes actores, es lo que más rescato, más allá de la muy acertada escenografía.
Gracias Mechi por leer y por tus palabras!! Que suerte que fuimos juntos a ver esta obra tan impactante :)
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