Buscar este blog

sábado, 29 de junio de 2013

Bonzo...incendiando el laberinto

I
La Fábrica, Taller Luz y Fuerza. Un día la gente que habitaba allí quiso forjar un nuevo Minotauro y llamarlo Bonzo. Mientras lo hacían se dieron cuenta de que el proyecto los mataría. Era tarde para volver atrás. Un dictamen secreto ordenó que el laberinto debía ser incendiado ni bien el monstruo naciera. Ese destino sólo podía ser acatado reuniendo fuerzas ingentes y titánicas. Kilos de dinamita juntados luego de días de trabajo explotaron y ardieron para extinguirse en el curso de una noche trivial y oscura. ¿Qué pensaba ese grupo de hombres al enfrentar esa empresa? ¿Cómo brillaba la luz artificial en las pupilas trabajadoras? ¿Cómo toleraban ver al coloso que lentamente ensamblaban y que nacía para morir en un instante? ¿Cinismo, obsesión, profundo amor? La llama quería purificar algo... El resto debía sufrir el calor, inevitablemente.
II
Lugar inabarcable, prácticamente un ready-made. Ritmo lento de percepción. Rondar, vagar, creer, son las únicas formas en que pude caminar apropiadamente en este sitio donde desbordaban obras. Caminar se volvió una forma de arte. La emoción de vivir, intensamente restituida. Percepción sobrepasada y exigida. Ver a la gente caminar en la cámara oscura de Atucha investigando cajas y objetos me pareció un breve cuadro, que duró una fracción de segundo cargada hasta el borde de enigma. Vi a la gente agacharse y apretarse para atravesar las puertas, descubrir que las paredes del laberinto en abismo de Julián tenían papeles, obras colgadas, luces, barrotes, y por momentos el éxtasis hermoso del color. ¡Lo efímero! ¡Lo efímero! ¡Allí está! ¡Se fue!
Todos los espacios estaban teñidos de vicisitudes, de dudas, de preguntas. Las cosas tenían la apariencia del azar y no lo eran-esa es la combinación más bella, tirante, irresoluble, siempre en lucha dejando claroscuros-. Las cosas pertenecían al campo de la insinuación. El nuevo flâneur de espacios inventados, creados especialmente para el hombre, vaga inquieto. Siente que quiere y debe percibir todo, la vista y el oído se le vuelven una exigencia. Las cosas no empezaban ni terminaban, se encontraban en un continuo proceso ambivalente de estar sin definición estable, de mostrarse sin que su secreto se volviera fijo.
Bonzo era consumido por una llama invisible.

Bonzo: participantes: Diego Atucha (Zelda (A link to the past)), Lucía Seijo (Instituto Geográfico Bonzo), Cecilia Lutufyan e Ivana Salfity (Llega la hora) y Julián León (Condensación No. 005).

1 comentario: