No encuentro palabras, lucho contra ellas, les pego, las acuno, no me responden, no lloran, no sonríen, nada...Lucho con lágrimas en los ojos....
El futuro de poeta se esfuma entre palabras inertes, nada me responde, no hay ni cenizas ni arena, porque ellas son palabras poéticas, solamente hay muerte, negrura vacua de tinta que no dice nada, que nunca podría tocar el corazón del hombre.
Sigo luchando, con lágrimas en los ojos que me nublan el verso...
"...en este mundo la belleza es común" Borges "Lo que bien amas nunca perece,..." Bolaño "Welcome, O life, I go to encounter for the millionth time the reality of experience and to forge in the smithy of my soul the uncreated conscience of my race. Old father, old artificer, stand me now and ever in good stead." Joyce
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miércoles, 28 de noviembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
La historia de mi apellido: Hamelau-dicen algunos.
“Y Dios le dio un nombre ambiguo…” Pseudo-Onomagino de
Alejandría-o de Babel, los manuscritos difieren.
La historia de mi nombre es tan extraña como simple es su
grafía, poco proclive a la confusión: Hamelau. Es un nombre de tres sílabas,
con ‘H’ al comienzo lo que podría otorgar cierto exotismo o dificultad, aunque
tampoco creo que tanta. Lo importante es que si el nombre hace a la cosa,
entonces a mí este apellido me dio una vasta cantidad de personalidades,
costados autónomos de mi mismo que yo desconocía, que tienen vida propia,
acciones independientes, sentimientos inexplicables como los de cualquier otro
hombre. Mis alter-egos no son ni más ni menos importantes que yo, el que
escribe, si acaso puedo suponer que puedo tomar la preminencia del ‘yo’, una
suerte de primus inter pares. En fin,
todos tenemos destinos individuales, pero inseparables de un cuerpo único y de
un nombre que es muchos nombres.
Primero, creo que es mejor empezar por el principio, por mi infancia, el lugar, o el estado de mi
alma, en que recibí la primera manifestación de mi primera identidad: Hamelau
(o escrito como se pronuncia: ‘Ameláu’). Aquí la historia fue contada y
transmitida por mis padres. El apellido era alemán, pero los inmigrantes
alemanes pertenecientes a la familia habían llegado a las costas argentinas
hace muchas generaciones. Tantas-en realidad no era un número gigantesco pero
sí considerable- que se había perdido la ‘H’ pronunciada como ‘J’ y el acento
esdrújulo. También, se había perdido la dulce (aventurera) costumbre del alemán,
idioma cuya ausencia se sintió; y si bien fui por muchos años reacio a su
sonoridad, luego encontré en su poesía una profunda fuerza.
Esta epifanía produjo, años más tarde, otra: su contraria.
Saber que mi apellido se pronunciaba ‘Jámelau’ y no ‘Ameláu’ me generaba
vacilación al momento de corregir a las personas que lo pronunciaban mal-o eso
creían, ¡si hubiesen conocido lo que había en mi interior! Entonces, no tuve
otra opción que cobijar en otro rincón de mi cuerpo a otro alter-ego, que no sé
hasta qué punto ya vivía en mí, al igual que los demás, solo que como un huevo
o una sombra benigna. Les faltaba calor para que la vida se alojara en ellos. Este
otro-yo era un alemán empedernido, amante de las Elegías romanas de Goethe y de la poesía de Paul Celan. Hablaba su
idioma ancestral de corrido y cuando podía viajaba por Alemania para recuperar
el sentimiento que lo unía con esa tierra de la cual hace mucho se había
desligado -lo separaban dos siglos de muertos enterrados en suelo argentino-.
Esa ruptura espiritual era incurable, pero él hacía los mayores esfuerzos, sin
perjudicarme, para reconectarse con su Alemania perdida. Mi primer yo,
naturalmente, lo acompañaba en esta búsqueda nostálgica.
Fuimos creciendo juntos, hasta que otro hermano se nos
presentó de improviso. Éste surgió, o eclosionó o nació luego de que
pronunciaran nuestro apellido a la francesa: Hamelau se había convertido en ‘Ameló’
con ‘e’ breve y ‘o’ cerrada. En ese momento comenzaron las disputas. No me era
familiar -ni al otro-, tener repentinamente una identidad nueva que compitiera
en el cuerpo. Para empeorar la situación, todo se dio en la adolescencia. El
‘franchute’, para llamarlo(me) de alguna manera, hablaba una lengua latina y su
ascendencia lo era también-lo cual no sucedía en nuestro caso-, pretendía
visitar París en vez de Berlín…nunca nos poníamos de acuerdo. Así que cada cual
iba por su lado. Mientras nosotros visitábamos Múnich, el franchute iba a comprar
libros en los bouquinistes o a pasear
por las avenidas elegantes como Les Champes-Elyssées, o a plazas y jardines
como Place de la Concorde o Las Tullerías. Su amor por la cultura y por la
poesía nos amigó. Gracias a él conocimos el simbolismo y el surrealismo. Lo
comenzamos a llamar ‘el parisino’ por su amor a la capital francesa. Al final,
de tanto conversar, descubrimos que concordábamos en mucho y que no había razón
para peleas injustificadas e infantiles. Convinimos, como debería haber sido
desde el principio, que la palabra y el arte podían conducirnos al amor y que
nunca lo harían ni la violencia ni las armas- si bien el tema armamentístico
fue tabú entre nosotros por un tiempo corto, pues que uno se levantara en armas
significaba la destrucción de todos-.
‘Hamelau’=’Jamló’. Esa fue la tercera manifestación. La
produjo una mujer en el correo al darme una carta proveniente de mi novia, que
estaba por un mes en Stavanger por trabajo. Ante la extrañeza de mi apellido,
la mujer pronunció o mejor dicho reveló mi, o bueno, nuestra personalidad
africana. El argentino, el alemán y el parisino…estábamos desconcertados ante
la aparición de otra silueta en el espejo. Era un hombre de nuestra edad, de
piel negra, no sabía leer ni escribir, su concepción era tribal, vivía en
clanes de familias, y practicaba ritos para homenajear a dioses que nos eran
ajenos. ¡Quién era! Al principio comunicarnos fue imposible. Todo era por
señas, ¡y ni siquiera! Su falta de modales y su agresividad- o lo que para
nosotros era violencia- no nos permitían saber qué hacía, quién era o qué pensaba.
Paciencia…todo fue paciencia. Y al final, lentamente, comenzamos a comprender
su idioma, su gramática. Luego, entendimos sus ritos, llegamos a sentir la
euforia religiosa que escondían, la manera en que elevaban sus ofrendas a Dios,
si bien no los practicábamos. También, llegamos a saber que tenía una familia,
una mujer e hijos, que le gustaba cazar y admirar la selva, sus lianas, sus
plantas indescriptibles, la ferocidad de sus creaturas, de las que había que
cuidarse, y mucho, mucho más. Aprendimos, gracias a su lengua, que había
cientos de maneras de llamar al grito de un pájaro, de clasificar los verdes y
los azules de la naturaleza y de nombrar a Dios-sin nombrarlo explícitamente-
durante las horas religiosas y sus ritos correspondientes. Pasadas estas
etapas, el conocimiento de nuestro yo-africano nos pareció natural a nosotros,
era un hombre diferente igual a nosotros. Él nos enseñó el arte de la
meditación, practicado en lugares sagrados y quietos; gracias a él pudimos
celebrar y adorar la fuerza de Dios entre las cosas.
¿Suficiente hombres para un mismo cuerpo, no? Pero hoy tuve
o tuvimos una nueva epifanía y no sé por qué pienso que será la ultima. Una
mujer, en una perfumería pronunció lo siguiente: ‘Jamelán’. Hay algo
evanescente en esta nueva forma de darme nombre. En mi interior surge una nueva
personalidad, pero que no puedo comprender ni abarcar. Esta nueva identidad es
colosal, tal como yo la siento, está en
todos lados, es el espejo que tenemos delante para vernos. No hay nadie. Pero la
presencia está. Intuyo que ese otro de mis entrañas es una mujer. Y no solo
mujer, sino una mujer vikinga…dada a la violencia del mar, del sistema
patriarcal, astuta para manejar la voluntad de los varones. Mi intuición se
basa en las declaraciones de mi abuelo que me contó que los Hamelau habían
llegado a Alemania desde Noruega, tierras nórdicas. La hipótesis vikinga me
parece sensata. No sé. Sigo buscando a la cuarta identidad…está y no está. ¿El
espejo en el que me miro con mis hermanos está hecho de agua, de uñas de
muertos? ¿Hasta dónde se extiende mi estirpe? ¿Es el cuatro la solución, el
cierre? Puede, y es bastante seguro, que haya niños tímidos esperando en mi
interior, detrás de la flor de un recuerdo olvidado o en un pelotero de dígitos
algo cenicientos, porque ya hace años que nos los uso. Cuando seamos ancianos,
puede que aparezcan esos espíritus, por la pronunciación de mi nombre con
variaciones que ni imagino.
Dentro de mi cuerpo, vive una enorme comunidad. Cuando a
veces pierdo la mirada en el horizonte, es que estoy hablando secretamente con
ellos.
Por Santiago Hamelau
martes, 20 de noviembre de 2012
Todo en la vida es éxtasis
En la cosa menos importante, en una hoja de papel o de árbol, en el caso más evidente como la amistad, o la sonrisa secreta del ser que amamos...en todas esas cosas está el éxtasis...repentinamente una aguja luminosa parece clavarse en las cosas que existen.
Es como mirar al sol de frente e intentar soportar su violencia. Así es la vida. A veces soportamos más o menos. También está la tragedia, la tristeza, allí como en la felicidad, nos unimos con el centro-por dar una imagen- de algo indefinido que no vemos, no tocamos, más bien diría que olemos...es como un perfume que nos recuerda una materia informe e irrecuperable. En realidad, llegaría a decir que lo vemos pero como si oyéramos ecos lejanos.
Continuamente, sentimos apego a la vida. Quién sabe por qué. Sentimos apego por las cosas materiales y por las ideas de esas cosas. Por los parpados cerrados que nos ven durante el sexo, por la espontaneidad de una flor que uno encuentra creciendo al lado del asfalto, por la meditación en los templos sagrados que quieren que conozcamos a Dios...
la paz es un estado de éxtasis...
Es como mirar al sol de frente e intentar soportar su violencia. Así es la vida. A veces soportamos más o menos. También está la tragedia, la tristeza, allí como en la felicidad, nos unimos con el centro-por dar una imagen- de algo indefinido que no vemos, no tocamos, más bien diría que olemos...es como un perfume que nos recuerda una materia informe e irrecuperable. En realidad, llegaría a decir que lo vemos pero como si oyéramos ecos lejanos.
Continuamente, sentimos apego a la vida. Quién sabe por qué. Sentimos apego por las cosas materiales y por las ideas de esas cosas. Por los parpados cerrados que nos ven durante el sexo, por la espontaneidad de una flor que uno encuentra creciendo al lado del asfalto, por la meditación en los templos sagrados que quieren que conozcamos a Dios...
la paz es un estado de éxtasis...
Le sentiment tragique de l'existence
El sentimiento trágico de la existencia...es que es eso, ¿cuántas palabras más se necesitan para describirlo? Basta nombrarlo. Es esa sensación de que algo está mal, de que en la maquinaria que nos constituye hay una falla. Todo sucede mientras el sol nos da en la cara, un sol inocente, que desconoce la rabia que produce en el interior...o mejor, después de la rabia, la angustia o la tristeza...porque ¿qué es lo que está mal? ¿hay algo mal realmente? ¿Está adentro o está afuera? Todo el universo parece embarcarse en una catástrofe...el sentimiento trágico:
How many words do I need to describe it?
How many?
How many more...?
Y ante ese cataclismo que respiran las hojas y el aire, que exuda la vestimenta que uno trae...advertimos una paz insólita, que no sé si existe, pero que debe existir, que es necesaria para salvarnos, para volver imaginario al cataclismo...entonces aparece una canción con una melodía o un ritmo feliz, aparece la amistad y la sonrisa, cualquier verso o frase que nos llega en papel o virtualmente, quién sabe de quién o de donde o porqué.
How many words do I need to describe it?
How many?
How many more...?
Y ante ese cataclismo que respiran las hojas y el aire, que exuda la vestimenta que uno trae...advertimos una paz insólita, que no sé si existe, pero que debe existir, que es necesaria para salvarnos, para volver imaginario al cataclismo...entonces aparece una canción con una melodía o un ritmo feliz, aparece la amistad y la sonrisa, cualquier verso o frase que nos llega en papel o virtualmente, quién sabe de quién o de donde o porqué.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Tracey y Beatriz
Tracey Emin y Beatriz Milhazes en Malba
Arte, color y crudeza en el Malba. Todo al mismo tiempo. No podemos salir ilesos de recorrer las salas del museo.
La exposición How it feels muestra 5 videos de la artista londinense Tracey Emin. Todos son de una fuerza expresiva impactante, ella con sus manos- grandes, de anillos y uñas redondeadas- parecía salir para agarrarme el alma, las entrañas, los sentimientos...todo para que una transformación se produjera en mí. Los videos se desarrollan con humor, brutalidad, energía, fealdad, ternura...y sobre todo en Why I never became a danser y How it feels con una fuerza testimonial gigantesca que te golpea como un tsunami. El segundo, el más extenso, cuenta la historia trágica de su aborto. La vida de una mujer se proyecta en tan solo pequeños fragmentos y no nos hace falta mucho más para entender cómo el arte la atropelló a ella y no viceversa. El arte es una forma de vida, la manera de crear cosas, de entender a dónde esas cosas van, la concepción como hecho primero de todo lo que existe. Nada de superficialidad...todo debe ser esencial. Emin cuenta mucho...y guarda inmensos secretos.
Beatriz MIlhazes, por otro lado, cambia el registro completamente. Ella es brasilera y su estilo es pura explosión de colores y de formas sin llegar a la abstracción. Detrás de sus pinturas, percibo un lento trabajo de pensamiento, de interacción entre la exuberancia latinoamericana y una tradición europea como la de Matisse o la Biblia...y más, mucho más...en sus cuadros veo mariposas, flores, colores, explosiones, lineas verticales y horizontales, círculos superpuestos, arabescos, plantas, mandalas...el juego y la espiritualidad se funden detrás de composiciones a primera vista inocentes. Juego y espiritualidad...me gusta cómo suena, se acerca bastante a lo que sentí frente a sus cuadros...falta algo...intimidad, familiaridad...
Y esa fue la visita al Malba de hoy...paredes con arte que cambian la cotidianidad del día...
SH
Arte, color y crudeza en el Malba. Todo al mismo tiempo. No podemos salir ilesos de recorrer las salas del museo.
La exposición How it feels muestra 5 videos de la artista londinense Tracey Emin. Todos son de una fuerza expresiva impactante, ella con sus manos- grandes, de anillos y uñas redondeadas- parecía salir para agarrarme el alma, las entrañas, los sentimientos...todo para que una transformación se produjera en mí. Los videos se desarrollan con humor, brutalidad, energía, fealdad, ternura...y sobre todo en Why I never became a danser y How it feels con una fuerza testimonial gigantesca que te golpea como un tsunami. El segundo, el más extenso, cuenta la historia trágica de su aborto. La vida de una mujer se proyecta en tan solo pequeños fragmentos y no nos hace falta mucho más para entender cómo el arte la atropelló a ella y no viceversa. El arte es una forma de vida, la manera de crear cosas, de entender a dónde esas cosas van, la concepción como hecho primero de todo lo que existe. Nada de superficialidad...todo debe ser esencial. Emin cuenta mucho...y guarda inmensos secretos.
Beatriz MIlhazes, por otro lado, cambia el registro completamente. Ella es brasilera y su estilo es pura explosión de colores y de formas sin llegar a la abstracción. Detrás de sus pinturas, percibo un lento trabajo de pensamiento, de interacción entre la exuberancia latinoamericana y una tradición europea como la de Matisse o la Biblia...y más, mucho más...en sus cuadros veo mariposas, flores, colores, explosiones, lineas verticales y horizontales, círculos superpuestos, arabescos, plantas, mandalas...el juego y la espiritualidad se funden detrás de composiciones a primera vista inocentes. Juego y espiritualidad...me gusta cómo suena, se acerca bastante a lo que sentí frente a sus cuadros...falta algo...intimidad, familiaridad...
Y esa fue la visita al Malba de hoy...paredes con arte que cambian la cotidianidad del día...
SH
domingo, 18 de noviembre de 2012
Sosteniendo amores
Sostengo en la mano una esfera caliente
un manojo de piel y de sueños, un centro nervioso
de una red oscura con forma de mujer.
Sostengo en los brazos mi propia debilidad
de hombre que ama
frente al cuerpo que ama
y las fuerzas se niegan
se cansan, no quieren nada más
que ojos de miel...
Sostengo pedazos y fragmentos y recuerdos
una sinapsis en el momento en que
un cielo hermoso cayó
y todo fue una soledad única de sábanas que extrañan.
SH
un manojo de piel y de sueños, un centro nervioso
de una red oscura con forma de mujer.
Sostengo en los brazos mi propia debilidad
de hombre que ama
frente al cuerpo que ama
y las fuerzas se niegan
se cansan, no quieren nada más
que ojos de miel...
Sostengo pedazos y fragmentos y recuerdos
una sinapsis en el momento en que
un cielo hermoso cayó
y todo fue una soledad única de sábanas que extrañan.
SH
Vacío
La emoción intrépida de crear un blog sigue, el problema es que ya no sé qué escribir. En un principio, la emoción estaba acompañada de cataratas de palabras, ahora, de vacío. Es cuestión de seguir imaginando...
S.H
S.H
2
Existo, ergo, creo.
No sé, quizá el credo de los artistas, o de todo hombre. No es fácil explicar las cosas difíciles.
Santiago Hamelau
No sé, quizá el credo de los artistas, o de todo hombre. No es fácil explicar las cosas difíciles.
Santiago Hamelau
Primera
Es durante la noche que pensamientos lejanos vienen a buscarnos y forzados por nosotros mismos, tomamos las decisiones más rotundas...
Santiago Hamelau
Santiago Hamelau
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